El espíritu ya es perfecto así que la razón por la cual estás aquí es tu ego.
El es el objetivo de tu crecimiento y en él es que se enfoca todo el trabajo que viniste a hacer.
Las experiencias que él te proporciona tienen una razón de ser, el aprendizaje consiste en encontrar la manera más equilibrada para afrontarlas, ir paso a paso formando ese ego para que se haga cada vez más consciente de que él no es el jefe, que hay una sabiduría mayor y un propósito superior para su existencia.
Él es tu conexión con la tierra y con los demás, él es quien hace el trabajo “sucio”, el que sufre y se complica, el que se defiende y ataca.
El ego es tu aspecto débil y necesitado, pero no está condenado a serlo hasta que mueras.
Es ahí donde tu ser real entra a jugar su papel, en ti se encuentran la sabiduría y el equilibrio necesarios para convertir a ese ego en un aliado de tu despertar.
Puede sonar complicado y tal vez lo sea, todo depende de la forma como lo percibas.
Es un asunto de conciencia, si solo eres consciente de los valores que el ego te impone, seguirás alimentando una imagen distorsionada de ti mismo y estarás desequilibrado, el ego te controlará a su antojo, se adjudicará todo poder en tu vida y te llevará por una senda de sufrimiento y lucha permanentes.
Si en cambio eres consciente de tu dualidad, buscarás el equilibrio del ego con el espíritu, accederás al poder de tu conciencia superior que sabe a ciencia cierta, aunque a veces no lo recuerde, quien es el jefe,
Es entonces cuando la vida se descomplica, dejas de darle tanta importancia a las exigencias del ego y comienzas a comprender que lo que él desea no lo es todo, pones un pie en la tierra y el otro en el cielo y te equilibras.
El ego siempre estará presente mientras estés acá, pero ya no podrá controlarte como lo hacía antes, tratará de confundirte, te exigirá más y tal vez se convierta en un personaje activo de tu nuevo enfoque espiritual.
Si, el poder que surge de la conexión con la fuente, puede convertirse en un estimulo adicional para tu ego.
En esa etapa él asumirá tu divinidad como propia y se ufanará de ella, se engrandecerá con tu fortaleza e intentará lograr que esa nueva conciencia se convierta en un atributo más de tu personalidad.
La clave es darse cuenta de cómo actúa el ego y como actúa el amor, que es el único elemento que conseguirá equilibrarlo.
El amor es humilde, el ego es vanidoso y ruidoso.
El amor no busca seguidores ni discípulos, simplemente atrae, el ego tratará de ufanarse de su nueva condición y se valdrá de ella para sentirse superior.
El amor no puede contenerse, se da libremente pues esa es su naturaleza, el ego intentará ponerle condiciones a ese amor y exigirá algo a cambio: sacrificios, renuncias, halagos o el amor de los demás como pago por el suyo.
El ego es como un niño al que se debe educar, para tal fin debe permanecer bajo tu control y tutela permanentes.
Ese es el trabajo por hacer: préstale atención en todo momento, pues no se trata de reprimirlo sino de encauzarlo.
En principio esa atención te revelará tus miedos, pondrá de manifiesto los aspectos que más valoras de ese ego y por lo tanto los que más defiendes.
Tu papel de observador de ti mismo, te mostrará claramente esos aspectos en los cuales debes trabajar para superarlos e ir avanzando en tu propio descubrimiento.
Ves entonces que, como todo en la dualidad, el ego puede ser o bien el enemigo de tu paz o bien el aliado de tu crecimiento y despertar.
Todo depende, como siempre, de tu sagrada elección.
Que la luz de tu visión más alta te guie hoy y siempre.