“La basura es un extraordinario indicador de nuestra relación con el medio ambiente. La naturaleza no conoce la basura. Los ciclos naturales tienden a reintegrar todo lo que los distintos seres van echando como residuos.
En el cubo de basura medio encontramos que la parte que ocupa la materia orgánica es cada vez menor y lo que cada vez ocupa más espacio son los plásticos y otros materiales que cuesta muchos años reintegrar con normalidad en la naturaleza.
La política de residuos que se sigue en cada país está aun lejos de encontrar soluciones viables para este problema y se aconseja no producir tanta basura como mejor solución al problema”.
Todos sabemos que el interior es un reflejo del exterior. Nos lo han dicho mil veces y nos lo vuelven a repetir, pero cuando se trata de ser objetivos nos resulta difícil aplicar ese conocimiento.
¿Existe alguna relación entre la basura exterior que producimos y la basura interior? ¿Qué es la basura interior? La basura interior es todo aquello que no puede ser descrito como belleza interior.
Todo aquello que generamos fruto de la discordia, del egoísmo, la crítica, la ira y de nuestra separación con la fuente, genera un residuo, es decir: una basura mental y emocional.
Esta basura ensucia, intoxica y poluciona del mismo modo que lo hace la basura corriente. También genera parásitos que viven a expensas de nuestra basura interior.
Esos parásitos invisibles se alimentan de nuestro desequilibrio y desean que sigamos en este estado de polución mental y emocional para alimentarse.
Esto que sucede a nivel individual, sucede paralelamente con toda la humanidad. Todos los residuos, basuras y miasmas que hay esparcidas por todas partes intoxican al mundo. No es suficiente con reciclar el plástico, el vidrio y el papel. Debemos ser consecuentes y darnos cuenta de cómo polucionan ciertas actitudes y empezar a cultivar la belleza interior.
La belleza interior no es fácil de alcanzar, se necesita entrenamiento para lograrlo. El florecimiento de esta belleza se produce en la vida diaria, en silencio y sin ningún tipo de pompa o fiesta que lo anuncie. Esta belleza florece y crece cuando nos relacionamos con los demás y nos esforzamos por aprender de cada situación, cada encuentro y de cada conflicto que aparece en nuestra vida.
La belleza interior es la mejor herramienta que poseemos para poder encarar mejor el reto de reducir la basura exterior y llegar a mejorar el mundo.