LAS CINCO CLAVES DEL AMOR VERDADERO

Empédocles decía que el amor y el odio son las dos fuerzas metafísicas de la vida, causas de todo movimiento y de toda separación y unión.

En el curso de la historia, el hombre ha experimentado diferentes aspectos y formas de amor, y les ha dado nombre. Con la palabra Eros, Platón designó el amor a la belleza.

Aristóteles llamó Filia al amor a los semejantes, a los pertenecientes al mismo grupo.

Ágape, al contrario, es el amor cristiano incluso hacia lo que no es digno de ser amado.

Ephithynia, era el factor de deseo en el amor sexual.

El instinto de amar no es una entelequia, no es una idea filantrópica, el deseo de amar es una necesidad del ser humano que satisface buena parte de sus expectativas en la vida y le integra en el mundo, dando expresión a sus cualidades más positivas.

Amar es el acto más generoso, aunque pueda trasformarse, en algunas ocasiones, en el más egoísta de los sentimientos hacia el otro.

Cuando existe el amor entre dos personas se generan dos clases de sentimientos diferenciados, aunque el uno necesite del otro para ser completo.

Al amar se satisface un ansia, un deseo de prodigar ternura y constituye una clase especial de realización.

Ser amado sacia otra necesidad, el deseo individual de ser querido y apreciado.

Si amar constituye una clase especial de realización, ser amado es la recompensa que se le otorga.

Estos dos sentimientos pueden existir independientemente, deben ser diferentes y es necesario diferenciarlos.

Amar significa anhelar a alguien, y la satisfacción de ser objeto de la ternura de otra persona tiene, sobre todo, el carácter de halago del yo y se relaciona con el sentimiento de la vanidad satisfecha., del orgullo complacido, aumenta la valoración de uno mismo.

El amor es una emoción que se desarrolla a edad temprana.

Cuando es positivo, constituye la base de los logros humanos y es el germen de la tolerancia, el autosacrificio, la amistad y muchas otras manifestaciones que pueden disfrutarse en las relaciones sociales.

Usado negativamente y cuando se dirige hacia uno mismo, se trasforma en vanidad, egocentrismo y orgullo; distorsionado se puede trasformar en odio y unido al miedo en celos.

Dentro de una relación de pareja no solo amar y ser amado es el alimento que proporciona satisfacción, también se busca la protección y la ayuda mutua, la confianza y la seguridad, sobre todo cuando ya se ha cumplido una edad madura en la que el sexo pasa a un segundo plano y se anhela, sobre todo, la estabilidad presente y futura.

Para amar es necesario que sean dos y en el amor tiene que haber una elección, tal vez la más importante de todas, pues con esa persona compartiremos las responsabilidades de la vida, la casa, los hijos y nuestras penalidades y alegrías.

Esta elección se puede realizar de dos formas, una puramente racional u otra emocionalmente intuitiva.

Y las razones por las cuales se elige a una pareja, básicamente son: que tú lo o la amas, porque el o ella te ama; porque te gusta alguien que pueda ser tu mejor amigo.

Existen dos clases de amor: Amor de compañeros, que es una amistad amorosa entre un hombre y una mujer, basado en el afecto, la confianza, respeto, lealtad y conocimiento íntimo mutuo; y amor apasionado, que se caracteriza por su estado emocional salvaje, en el que se genera confusión de sentimientos.

Hay ternura y sexualidad, júbilo y dolor, ansiedad y descanso, altruismo y celos.

El amor apasionado es limitado (de 6 a 30 meses) con posibilidad de resurgir a veces.

Además, hay una serie de principios por los cuales se explica cómo se forman las parejas y cuáles son los rasgos generales por los que una persona se siente atraída por otra

Proximidad. El contacto mantenido entre dos personas de forma frecuente genera confianza, de tal manera que estos dos sujetos se encuentran más cómodos y llegan a predecir el comportamiento del contrario, además, la proximidad puede crear la atracción.

Sin embargo, tiene que haber un sentimiento más fuerte para que esta relación llegue a ser armónica, ya que puede resultar el efecto contrario, que esta proximidad llegue a invadir la vida privada y la relación se convierta en irritante.

Apariencia física. Siempre resulta placentero observar lo que es bello y se tiende a pensar que cuando existe una envoltura bonita el interior también será igualmente bonito.

La popularidad que va unida a las personas que son agraciadas físicamente, la seguridad que proporciona así como la autoconfianza, son elementos que atraen de forma importante a los demás.

Características personales.

No tienen por qué ser las que realmente poseemos sino las que perciben los demás de nosotros.

La generosidad, sentido del humor y el buen carácter son cualidades que procuran comodidad en las relaciones.

La competencia, siempre y cuando sea moderada, es otra cualidad que la gente admira, pero el perfeccionismo se percibe con rechazo, porque recuerda a los demás sus propios defectos.

Similitud. Los miembros de una pareja tienden a tener características similares en cuanto a raza, cultura, edad, status, religión, educación, inteligencia, valores y actividades.

Aunque es probable que, si satisfacen los requerimientos de uno y del otro, los contrarios se atraigan hasta cierto punto.

Reciprocidad. Somos atraídos por las personas que atraemos y consideramos que con ello demuestran su buen gusto y criterio.